Bueno, compañeros, pues el día tenía su honda repercusión en el recuerdo. Nos juntamos un buen puñado de compañeros que queríamos homenajear a Maruja en su 2º aniversario. Unos repetíamos, otros, por primera vez, queríamos hacer acto de presencia. El número de los participantes era lo de menos. Pero todos con un pensamiento común, que era el que nos había traído hasta aquí: Maruja.
El día se presentaba expléndido en cuanto a la climatología, fresco al comienzo, pero luego se dejaba sentir el calor, bien por el sol, bien por el esfuerzo. A medida que íbamos subiendo y acercándonos al lugar de los tristes acontecimientos, se nos acrecentaba el ansia de llegar y nos sumíamos en un ambiente más silencioso. Quizá el recuerdo y la imagen que nos formábamos ahora de aquel momento nos teñia de un halo de tristeza y sentimiento. Una vez llegados, todos queríamos "estar con Maruja", foto por aquí, foto por alla. Y como el espacio es escaso, no cabíamos todos en él, pero como buenamente pudimos, nos hicimos una instantánea allí. Seguimos con un minuto de silencio. Colocamos un recuerdo en el piolet, y después de permacer un buen rato acompañando con la memoria a Maruja, continuamos hasta la collada de Avenas y las cumbres. Después de "pasar reconocimiento" de este fatídico lugar, para dejar constancia, las cámaras fotográficas también querían testimoniar su presencia. A continuación, al resguardo del aire fresco que subía por la collada, buscamos lugar para dar cuenta de los bocadillos y las botas de vino. Bajando luego hacia la pista que sube de Espinama por los invernales de Igüedri, descendimos por el PR que va pegado al río.
Día un poco triste, sentimentalmente hablando, pero alegre de habernos reunido un buen número de amigos y compañeros de Maruja, a quien hemos querido cordialmente rendir el más cariñoso homenaje. Hoy, sencillamente, lo de lograr la cima era lo de menos, lo transcendental era el recuerdo de MARUJA.
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